jueves, 7 de agosto de 2014

Saudade de la verdad y la belleza de Brasil


Por Patricio Jara Tomckowiack
Arquitecto

Saudade, como tantos otros tesoros culturales no tan conocidos, es una palabra del portugués que carece de traducción literal. Más bien se refiere a un sentimiento parecido a la nostalgia, a la ausencia, a algo que hace falta, pero no es eso.
Se dice de saudade (pronúnciese saudayi) que es una palabra blanca y de perfiles ambiguos. Es no querer saber de un viejo amor, pero querer al mismo tiempo. Es eso que se siente de una visita a los Ojos del Caburgua un verano de juventud, de la caleta de Mehuin en la infancia, del amigo que se fue lejos o de nosotros mismos cuando el tiempo pasa y no perdona.
Saudade me provoca un Cuartel de Bomberos en Sao Paulo cuya cubierta es una multicancha, pero una muy bien puesta, no como un sombrero que queda chico, sino perfecta como el propio cabello del edificio. Así nomás, sin más preámbulos, fachadas, ocultismos, camuflajes ni mentiras: un espacio para el deporte, el ocio y la entretención para quienes tienen ventanas de tiempo entre tragedia y tragedia.
En casos donde la belleza se hace tan evidente y la falsa arquitectura de los decorados pasa por fin al olvido poco se puede comentar y uno solo debe rendirse  a contemplarla, porque, como dicen por ahí, la verdad es belleza. Y el caso del pequeño Cuartel de la rua da Consolcao de Sao Paulo, que es un altar para la profesión bomberil, el deporte y la forma de vida del brasileiro, es una de las verdades más sensatas y bellas que uno puede ver. Esta felicidad en la simpleza y este sin rodeos lo hacen sentir a uno saudade de Brasil.