Por Paticio Jara Tomckowiack
@PatricioJaraTom
Mario Benedetti nos dice que es conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda y en lo oscuro, que otorgue cierta claridad a la habitación y nos socorra en caso de repentinas soledades y nostalgias[1]. Esto es muy importante, pero adicionalmente a ese kit básico de sobrevivencia para la vida cotidiana yo quisiera agregar que, junto con lo anterior, nunca está de más llevar consigo algún pedazo de trapo o tela para colgar cuando vamos a un Resort.
@PatricioJaraTom
Mario Benedetti nos dice que es conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda y en lo oscuro, que otorgue cierta claridad a la habitación y nos socorra en caso de repentinas soledades y nostalgias[1]. Esto es muy importante, pero adicionalmente a ese kit básico de sobrevivencia para la vida cotidiana yo quisiera agregar que, junto con lo anterior, nunca está de más llevar consigo algún pedazo de trapo o tela para colgar cuando vamos a un Resort.
A la vuelta de la esquina de Temuco está el camping Rocío
Los Boldos en el río Quepe. Rocío Resort
le llamábamos a ese lugar con los amigos de la población cuando íbamos a acampar allí
en las épocas felices del liceo. Esas vacaciones sí que eran All Inclusive (todo incluido), como en
todo buen Resort, porque llevábamos
las condorito[2], las
cámaras de tractor, las mantas, las ollas, las damajuanas, en fin, todo lo necesario
para ser feliz y estar “bien abastecidos” un par de días. ¡Y vaya que lo
hacíamos!
Llegábamos allá en la Chevrolet Luv blanca con cúpula del papá de un
amigo y ese momento era para mí la gloria, la llegada, esa maravillosa sensación de buscar,
fundar y crear un lugar para que sea tu hogar por un par días. Buscar la mejor
sombra donde poner tu carpa porque sabías que el vino blanco con yupi al otro
día te daría vuelta la cara. Que espectacular era organizar y emplazar todas las
carpas apuntando hacia el fogón y hacia esa mesa de cuatro palos y un choco[3]
que conforman ese espacio sagrado destinado a estar, cocina y comedor,
escenario perfecto para la amistad y la vida. Creo que alguna vez hicimos leña
de la mesa. Creo allí yo me hacía arquitecto.
Otra de las mejores experiencias de acampar era ese
momento cuando das tres pasos y estás en la carpa para buscar un chaleco, y
luego das otros tres y ya estás de vuelta compartiendo en el fuego, jugando
a muerte una partida de carioca, tocando a Silvio y a Los Enanitos, contando
historias nuevas y otras repetidas. Esa proximidad de todo lo necesario para la vida (que no son más que tres piedritas como nos dice Pepe Mujica) es lo
que me bastaba para pasar un verano de lujo en aquel Resort.
El camping Rocío Los Boldos tiene tres particularidades que
lo hacen la joya que es. Lo primero, el remanso del rio Quepe donde se hace una
pequeña playita de arena para echarse a “lagartijear”, luego de lanzarnos en épicas
navegaciones en la cámara de tractor en ese tramo del río sin corriente. Lo
segundo, es el muro verde de nalcas, chilcos y otras hierbas que junto con una vertiente que da música al ambiente, confinan el otro lado del río dándole una interioridad y un cobijo al lugar, y un pequeño eco que favorece el maravilloso acto de
escuchar conversaciones ajenas. Y en tercer lugar, eso que le permite al camping
ladrarle “quiltramente” y sin miedo a los mejores Resorts caribeños, un tupido bosque de boldos que protege y perfuma
todo el predio haciéndote sentir que la mirada te sobra, que eres el espacio
vacío en el interior de un guatero de semillas.
Estas tres singularidades (o más bien tres estrellas) son las que dan el toque All Inclusive al Rocío Resort de Los Boldos en el río Quepe,
porque allí tienes todo lo que necesitas e incluso cosas que te sobran como
los ojos. Solo una cosa falta en ese paraíso y que yo recomiendo sentir como
una obligación llevar consigo, se trata de algún trapo o pedazo de tela para
colgar y tensar entre los boldos como una bandera de esa nación itinerante, para
señalar tu lugar en ese territorio (en tu recuerdo), fijar tus colores en el
paisaje y conquistar tu sitio en el camping como se debe hacer con los lugares
importantes, aunque sea solo por unos días y esto no importe a nadie.
Una tela al viento dándose un baño en el aroma de los boldos
se deja dibujar en sus espaldas un invisible mapa regreso.