lunes, 5 de enero de 2015

¿Supone la seguridad vial que viajamos inseguros?



Por Patricio Jara Tomckowiack
Arquitecto

No. Viajamos en permanente construcción de paisajes reales e imaginarios. El viajero exterior conduce, gira, adelanta, mira, toma una mano que se ofrece y pone una música que ilumine esa caricia veloz. En tanto, el viajero interior construye-deconstruye, desgrana-engrana e hilvana-cose-descose sus actos inmediatos, que son su futuro y su futuro es la vida que le queda. La inseguridad no es cosa de quién da un baño refrescante a sus ideas en las aguas de la suposición, la inseguridad es cosa del que no recorre.
En el espacio de aletargamiento y ocio que ofrece una buena dosis de camino continuo a los viajeros de cada uno de nosotros, un incendio de tachas reflectantes, zigzagueantes franjas blancas y amarillas, nocturnos soles fotovoltaicos y todo el equipamiento de seguridad vial habido y por haber aparece en medio del camino, mas que como una mera advertencia, como un oasis cuando el camino nos conduce por desiertos interiores y silenciosos valles exteriores.
Las argamasas de señaléticas de seguridad vial representan una dimensión de la vida que son los cruces de caminos, ese punto de  decisión, el lugar de examen por excelencia para los  viajeros, previo al necesario traslado y aprendizaje del camino recorrido, donde se debe seguir adelante, virar a la derecha o a la izquierda o, el inquietante, viraje en U.