miércoles, 16 de abril de 2014

Casas Isla: Una buena lección del incendio de Valparaíso


Por Patricio Jara Tomckowiack
@PatricioJaraTom

"De qué sirve el patrimonio si no hay humanidad....", es lo que andan diciendo en las redes sociales, y a mí me dan ganas de gritar al unisono: y de qué sirven los barrios si no tienen una buena dotación de equipamiento y espacio público.

Un tecnicismo desconocido para mí o una nueva joya del “hablamiento” periodístico nacional fue la que me sorprendió gratamente al escuchar en la televisión a un periodista que hablaba sobre algunas “casas isla”, en el contexto del dramático incendio que afectó a Valparaíso; ese antiguo puerto principal y enamorado, ahora divorciado, sin plata, caído al litro, demacrado y sin putas ni amigos.
Según el relato las “casas isla” son un grupo de viviendas dispersas que milagrosamente resultaron sin daño e intactas en ese mar ardiente que sembró de hollín, escombros y pino de tercera a medio quemar los cerros afectados de la joya del pacífico. En ellas, algunos de sus propietarios en señal de agradecimiento, solidaridad y conciencia colectiva abrieron sus puertas y las dispusieron para facilitar la entrega de ayuda, la organización de los voluntarios y ofrecer algunos servicios básicos a sus vecinos. Asimismo, las áreas verdes y multicanchas están siendo utilizadas como centros de acogida, acopio y distribución de la ayuda recibida.
De esta forma las “casas isla” están siendo utilizadas como verdaderos equipamientos comunitarios y vecinales, función que idealmente podrían cumplir las tan frágiles, monofuncionales, obsoletas y poco atractivas “sedes sociales” chilenas. En este sentido la catástrofe pone en evidencia y realce la idea del urbanista español Agustín Hernández Aja[1] quién señala que los equipamientos son verdaderos faros en la monotonía de la ciudad. Y, asimismo, valida la observación de su colega y compatriota Jordi Borja [2] quién se refiere al espacio público como el lugar por donde respira la ciudad, pues es el único espacio común y flexible capaz de cambiar y adaptarse a los cambios que exige la ciudad y sus ciudadanos.      “Casas isla”, multicanchas y áreas verdes han demostrado su importancia como elementos construidos (edificios) para la trama urbana y también como lugares detonantes de la convivencia y la organización en la dimensión social de nuestro hábitat. Y ahora más como espacios para la seguridad social en el caso de estas lamentables catástrofes.
Es de esperar que del caso de Valparaíso se obtengan, a lo menos, en esta línea, dos lecciones: que  los equipamientos y el espacio público de calidad son fundamentales para los barrios, y, que principalmente en poblaciones antiguas y de conformación espontánea es necesario comprar y demoler viviendas (preocupándose de la re-ubicación de las personas y conservar sus redes sociales) para construir equipamiento comunitario y espacio público donde no lo hay, porque se necesitan urgente más y mejores faros y lugares por donde la ciudad respire y la comunidad continué organizándose y se adapte a las nuevas demandas y acontecimientos. Más aún en este país, Chile, que ya sabemos está primero en la lista de espera del acabo de mundo.    





[1] Del libro: La ciudad y los ciudadanos.
[2] Del libro: El espacio público, ciudad y ciudadanía.

2 comentarios:

  1. el escenario es tan malo, pero siempre hay donde pararse como el caso de las casas islas, si no es algo manejable, hay que agradecer que al menos quedaron estos puntos disponibles para cobijar en algo a las personas

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  2. Siempre queda algo, siempre hay algo donde echar mano, aunque sea en la catástrofe; quizá esa podría ser uno de los milagros de la vida. Un abrazo.

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