martes, 18 de marzo de 2014

Tercer puente entre Temuco y Padre Las Casas


Por Patricio Jara Tomckowiack
@PatricioJaraTom

¿Y si en vez de un tercer puente sobre el río Cautín construimos una pausa en el tiempo y el paisaje, algo así como un muelle donde mirarnos a los ojos y decir en silencio: te amo?
Un puente es un lugar para sortear una barrera natural entre dos puntos, “A” y “B” que se comunican a través de “C”. Pero contra toda lógica vial y tecnocrática en la conurbación[1] Temuco-Padre Las Casas el lugar requerido pareciera ser “C”. Sí, últimamente locos, suicidas y enamorados (que son la misma especie) se han instalado y reclamado a gritos, con lienzos y pancartas ese espacio de tránsito sobre el río, ese no-lugar, ese tramo de asfalto monofuncional donde uno (que es el cuerdo) no advierte el paisaje, cambia la radio del auto o se aturde con el wassap, ese lugar entre dos territorios por donde se debe ir para “hacer rápidamente” y volver para “no-hacer, por fin”.
Los ciudadanos son la sangre y el motor de ese organismo vivo que es la ciudad, si ellos carecen de lugares donde dejar fluir sus afectos y vivir la vida misma el cuerpo se enferma y muere. Así, la ciudad no tiene mucho sentido, pues ella es el lugar por excelencia para relacionarnos y estar con otros. Entonces ¿por qué no hacemos más parques con plazas, anfiteatros y lagunas (Isla Cautín en Temuco y Parque Las Rocas en P.L.C.), donde colgar sin costo, sonoros y flameantes lienzos de los labios de la persona que se ama?
La gratuidad que ofrece el espacio público es fundamental para evitar llegar a extremos como escribir y colgar un lienzo anunciando: Tatiana te amo (por eso me mato). Pues el sueldo mínimo no da para hacerla sentir a ella la princesa que es y llevarla a un hotel boutique de Pucón y a los lugares “más románticos” de avenida Alemania. El arquitecto Alejandro Aravena señala acertadamente que la ciudad es una atajo para lograr la equidad social.  
Entonces, en el contexto de tercer puente ¿y si en vez de autos pensamos en los hombres y mujeres de a pie, en los seres humanos que necesitan una infraestructura básica que facilite echar a correr sus emociones a 120 km/h?
¿Y si en vez de hacer cuatro pistas vehiculares en una ciudad tan pequeña como la nuestra me dejan tal como estaba la banquita bajo los árboles del bandejón central de avenida Francisco Salazar donde me juntaba con mi amigo del barrio de enfrente a fumar un último cigarro y a especular quién podríamos ser hoy? O quizá, ¿si en vez de ponerme a correr por la autopista de avenida Javiera Carrera me ponen a trotar allí para bajar la ponchera, como era antes, y recordar como era un avellano al lado de un abedul?
Si un domingo agarramos a la vieja o al viejo y vamos a caminar por el barrio donde nos criamos veremos lo cambiado que está, si aún existe. Históricamente ésto ha sido así y lo será, pues las ciudades se van construyendo por capas. Pasan los años, las generaciones y crece una nueva ciudad, adecuada a las nuevas necesidades de los tiempos, sobre la tumba de la ciudad donde viviste. Pero lo que nunca pasa es un loco anunciando su amor o su arrepentimiento con un lienzo en un puente.
Quizá más que un puente ultra moderno, atirantado y de alta velocidad sea más urgente una infraestructura que haga la ciudad más simple, lenta y gentil, donde la comodidad y la belleza del espacio público haga que nos fluya y cueste menos mirarnos a los ojos y decirnos: te amo, me mato o cualquier cosa que deseemos o sintamos, que a fin de cuentas es nuestra mejor obra posible.





[1] Concepto del urbanismo que se refiere a dos ciudades crecen tanto que se llegan a juntar (Concepción-Talcahuano, Viña del Mar-Valparaíso, La Serena-Coquimbo, etc.).

1 comentario:

  1. http://www.soychile.cl/Temuco/Policial/2014/06/12/255282/Un-hombre-amenaza-con-lanzarse-desde-el-puente-ferroviario-del-rio-Cautin-en-Temuco.aspx

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