sábado, 12 de abril de 2014

Historias del balón y el corazón


Por Muriel Ríos Segura

A toda polola de un “pelotero” le llega la hora de enfrentarse a lo que nuestro instinto femenino muchas veces rechaza, el ir a presenciar el talento de nuestro amorcito.
Como siempre mis expectativas son altas y como nunca antes había ido a ver una pichanga … figuraba yo esperando que pasaran por mí a lo más estilo Cote López (antes muerta que sencilla) bien arregladita con su buena manito de gato y lo primero que escucho es … “tan desabrigada?, te dará frío!” … “ah y no es cerrado?” … “ mmmmm nop, es abierto” … primer FAIL!!! Llegando al lugar de los hechos aprecio los siguientes acontecimientos… esa jaulita de hámster felices y sudados tanto dar vuelta en la ruedita efectivamente no está cubierta del frio de la tarde noche de Temuco en un día de abril y más aún… NO HAY ASIENTOS!!?!? … y ves a las niñitas, pololitas del equipo que está finalizando su juego a lo más Maura Rivera paraditas a la intemperie mirando a sus musculosos y fibrositos pololitos de unos 18 añitos.
Luego ingresa a la cancha el equipo de mi futbolista, de un rango de 30 – 45 años, ya no tan fibrocitos, habiendo entre la fauna chicos, altos, flacos, gordos … quienes empiezan a sacarse y cambiarse la ropa sin sentir el mas mínimo frio, calcetines, poleras, chuteadores … en espera de sus contrincantes que a todo esto ni siquiera conocen … pasan unos minutos y aun no se completa el equipo lo que además de un una perdida monetaria (que era lo que pensaba yo en ese momento) son preciados minutos de juego perdidos para ellos!! … finalmente comienza la cruzada y con esto las crecientes ganas de todos los machos de tener y “tocar” de la mejor manera a esa redondita, escurridiza y coquetona pelota!!! … tu amor, que por lucirse, se tupe un poco tal vez por quedar en evidencia de aquella complicidad con la susodicha, logra al parecer relajarse y hace unos lindos goles dedicados a ti, con una sonrisita de felicidad y plenitud nunca antes por mi vista.
Me llaman la atención otras tantas situaciones como por ejemplo … el capitán del equipo grita y alienta a cada uno de sus jugadores, llamándolos por su nombre lo que al parecer surge un efecto positivo y además aporta y cultiva el don de responder a órdenes de los machos alfas, que felices siguen sus instrucciones … también renace aquella lesión del jugador del equipo contrincante justo cuando ya la derrota es irreversible … que fue la mejor opción quedarme paradita mirando de afuera y no en aquella esquina donde me aseguraron no llegaría la pelota (llegó 3 veces, las conté) eso se logra con la experiencia de que la mala suerte si existe!! … Verte enfrentada a la situación de que la tan añorada pelotita se arranca de la cancha y pasa tan altiva y creída por mi lado y pensar, qué hago? Tomarla y arrojarla con la mano con la gracia femenina y que llegue apenas un metro delante de ti?! Ni pensar en un punta pie que seguro si logro achuntarle se va pa’l lado que no es, por todo esto mejor no hacerse la amable y ni tocar tan inmaculado objeto, dejando que uno de los nobles caballeros la rescate.
Ya pasada según yo la hora, me pregunto y esto cuándo para?! Alguno estará acaso pendiente de qué hora es?! Y justo cuando la hipotermia se estaba apoderando de mi pobre body y el auto de mi amor era la opción más tentadora (quedando como poco aperrá), baja del cielo un señor con un silbato y san se acabó!! El equipo de mi macho que por supuesto fue el ganador (gracias a Dios o quedaba una como Yeta), sale feliz y triunfador, despidiéndose amablemente del equipo rival, retirándose a sus hogares, o bien los más loquillos, al tan famoso 3er tiempo, donde consumen todas las calorías recién quemadas, comentan sus jugadas y entre otras cosas conversan sin tener nada que envidiar a Carrie Bradshaw y sus amigas en un bar de NY!!!

3 comentarios:

  1. Muriel
    Super buena columna, vamos a considerar esta sección de columnistas invitados.
    Es tan fresca la visión que aportas que me reafirmas el sentido de este blog: incomodar a la monotonía de lo cotidiano con observaciones sencillas, sabrosas e invisibles, que saquen una sonrisa y dejen entre los labios o en la mirada el sabor y aroma de lo bello que es vivir.

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  3. Wena flaka....eso nunca lo podria haber percibido...solo hay que ser mujer para vivirlo y una gran narradora para escribirlo

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